COLUMNAS

«Estado y poder en tiempos de pandemia»: columna de Gabriel Diaz para «EL CIMBRONAZO».

Por Gabriel Diaz

Docente. Politólogo por la UNSJ. Maestrando en Filosofía por la UNQ. Miembro del CEFMA. Militante comunista.

EE.UU: Esta semana tuvo que cerrar un refugio en Las Vegas para gente sin techo por un caso positivo de Covid y las 500 personas que dormían en ese lugar fueron llevadas al estacionamiento de un centro de convenciones

La crisis mundial provocada por el coronavirus merece ser pensada por la ciencia política, la ciencia del poder. Es un desafío para lxs politólogxs aportar ideas en estos momentos de incertidumbre. Esto no quiere decir establecer verdades absolutas capaces de iluminar la acción estatal o colectiva sino, simplemente, indagar desde la teoría, los acontecimientos nuevos y, en última instancia, dejar abiertas nuevas preguntas que abran el debate y nos inviten a ejercitar la crítica en tiempos de cuarentena.

La reflexión sobre el Estado y el ejercicio del poder son temas que han estado en el centro del debate actual. Cuando el pensador italiano Giorgio Agamben[1] se apresuró a calificar el coronavirus como una “invención” que serviría de excusa para normalizar estados de excepción, se sucedieron una serie de artículos que critican su irresponsabilidad al comparar el Covid-19 con una gripe común a fin de justificar su teoría. Esta crítica es acertada, sin embargo debería reconocerse a Agamben el mérito de haber “tirado la primera piedra” para el desarrollo de un debate crucial en estos tiempos de crisis: La posibilidad de una reconfiguración mundial de los actuales Estados – nación.

Lo que no tuvo en cuenta Agamben es que no todo movimiento estatal corresponde a una conspiración. Los sistemas de salud, incluso los de países capitalistas desarrollados, se han deteriorado enormemente por las políticas neoliberales, y no pueden dar respuestas a la pandemia, a menos que se tomen medidas excepcionales para controlar su rápida expansión. Los sectores populares han entendido esto, y asumen la lucha contra la pandemia con un sentido colectivo en que se protege la vida de lxs otrxs, en especial de las personas más vulnerables.

Por su parte, Byung Chul-Han[2], filósofo surcoreano, avizora un mundo hipercontrolado con la ayuda de la tecnología. Considera que la superioridad de los países orientales por sobre los occidentales en combatir la pandemia, especialmente la de China, se debe a la aplicación autoritaria de las tecnologías al servicio del control social. Por ello, prevé una tendencia de los Estados a imitar ese estilo de control autoritario sobre la sociedad civil.  Un planteo similar, aunque desde un enfoque biolpolítico, es el de Paul Preciado[3]. Para este filósofo español, las medidas restrictivas de los gobiernos frente a la crisis producida por el Covid -19 se dirigen hacia la construcción de una “nueva inmunidad social” que se desplaza desde las fronteras nacionales hasta las puertas de las casas. En esta dirección, se estaría configurando un ejercicio biopolítico del poder que Preciado denomina “farmacopornográfico”, que tiende a construir un sujeto confinado a los límites de su morada, que no necesita salir de su casa para consumir, ni para trabajar, ni aún para tener sexo. El prototipo de este nuevo sujeto biovigilado ha sido ensayado durante la guerra fría y estaría representado en la figura de Hugh Hefner, dueño de la mansión playboy.

A la par de estos desarrollos ha habido otros que, con mayor optimismo, han augurado una sociedad pos pandemia más igualitaria. Slavoj Zizek[4] ha planteado la caída del capitalismo y su remplazo por una forma renovada de comunismo. Atilio Borón[5] ha criticado, oportunamente, el romanticismo del filósofo esloveno, aclarando que el capitalismo no caerá por su propio peso, sin que antes no se hayan constituido las fuerzas políticas y sociales capaces de derribarlo, como señalara Lenin. Ya que estas fuerzas no existen todavía, afirma Borón, y en cambio sí los aparatos mediáticos y represivos de los Estados, es probable una salida, también considerada por Zizek: la barbarie. Sin embargo, Borón, acertadamente confía en que la crisis actual implica la muerte del neoliberalismo a nivel global.

Pero más allá de los debates filosóficos, lo cierto es que la pandemia ya ha desnudado la barbarie capitalista, ha puesto en evidencia las miserias de una sociedad intrínsecamente injusta, y ello habilita un debate acerca del tipo de Estado que pueda hacer frente al derrumbe económico y las consecuencias sociales que se avizoran en el corto plazo.

Más allá de los análisis que resaltan la mayor eficacia de los Estados intervencionistas por sobre los neoliberales en el combate al coronavirus, deberíamos pensar cuáles serán las formas posibles de dominación que adoptará el Estado capitalista en esta crisis producida por la pandemia, que ha golpeado fuertemente a un capitalismo que ya estaba sumido en una profunda crisis civilizatoria.

 En estas condiciones, constituye un hecho innegable que el Estado capitalista deberá reconfigurarse de alguna forma. Las clases dominantes ya estarán imaginando de qué manera pueden organizar un aparato estatal menos frágil, capaz de sostener sus privilegios históricos en medio de la incertidumbre generalizada. Resulta improbable que los dueños del mundo no estén previendo la ineluctable agudización de la crisis. Por lo tanto, no debe descartarse, tan fácilmente, la idea de una salida autoritaria.

Pero, también es necesario pensar desde la vereda de en frente de las clases dominantes. La crisis abre la posibilidad de pensar en una reconfiguración estatal favorable a los intereses de quienes sufren todos los días el inmoral sistema capitalista. ¿Qué tipo de estado podemos imaginar desde las clases subalternas? ¿Qué tipo de organizaciones deberemos construir para luchar por ese estado que imaginamos? Por supuesto que no hay respuestas concluyentes a estos interrogantes, pero algunas conclusiones pueden sacarse de la praxis que adoptaron las clases populares en este periodo de aislamiento preventivo.

Mientras que los sectores populares, tomaron una actitud solidaria, de cuidado colectivo, de organización de redes de ayuda, de contención afectiva, etc., las clases acomodadas han tendido a una actitud desobediente ante las nuevas normas de convivencia en nombre de la libertad individual frente al Estado.  No sólo los llamados “chetos zonzos” incumplieron la cuarentena, sino que también la burguesía miserable aprovechó para despedir, adelantar vacaciones, entre otras maniobras. Estos sectores ejercen todo su poder, presionando a los Estados para que el ciclo del capital y la producción de plusvalía continúen su marcha normal. Por supuesto que esto ha tenido eco en dirigentes como Trump y Bolsonaro, quienes prefieren mantener el crecimiento de la tasa de ganancia a costa de la salud de sus gobernados.

Las cuarentenas obligatorias impuestas por los Estados deberán llegar a su final ni bien sea controlado el virus. ¿Cuánto durará este proceso? No lo sabemos. Lo que sí sabemos y no podemos dejar de señalar es que debemos resistir cualquier intento de salida autoritaria, sobre todo teniendo en cuenta que en América Latina hay países como Chile  que viene prolongando el estado de sitio desde antes de la pandemia, configurando un régimen represivo para contener las revueltas sociales contra las políticas neoliberales. También sabemos que hay  gobiernos dictatoriales  que se hicieron del poder con golpes de estados blandos o duros, Bolivia es el ejemplo más reciente. Así las cosas, nada impide pensar en que esos países y  sus líderes ultra reaccionarios intenten contener el caos que están produciendo, y sostener la acumulación y la concentración de riquezas con mayores dosis de autoritarismo y represión.

Sin embargo, es posible imaginar una salida optimista. Las muestras de espíritu solidario de los de abajo deben traducirse en propuesta política. Es imperioso el fortalecimiento de organizaciones populares que demanden transformaciones estructurales. En Argentina, Alberto Fernández ha priorizado la salud de los ciudadanos por sobre la reproducción de la ganancia capitalista y esto es alentador. Pero hay que recordar que gobierno no es lo mismo que  Estado. El Estado que trata de conducir el gobierno de nuestro país ha sido arrasado por el saqueo neoliberal y  copado por agentes políticos vinculados a la reacción y el golpismo, aliados de la estrategia norteamericana de sumisión de “su patio trasero”. Entre ellos, agentes de inteligencia,  jueces law fare y milicos envalentonados con la doctrina Chocobar.

Como si esto fuera poco, los problemas que han sido desnudados en esta crisis reflejan las deficiencias estructurales que vienen desde años y que se agravaron en el gobierno reaccionario y cipayo de la alianza cambiemos. El gobierno de los Ceos ha dejado a nuestro sistema de salud en la miseria, ha fugado millones de dólares a las guaridas fiscales en el exterior, y  ha endeudado al país con métodos mafiosos,  en sumas escandalosas e impagables. Las clases trabajadoras han sufrido un golpe durísimo durante los años de gobierno de cambiemos: la precarización, los despidos y la caída precipitosa de la capacidad adquisitiva del salario, producto de la inflación y las devaluaciones, lo que se acompaña de la pérdidada del poder de negociación y de lucha, agravada por la canallesca claudicación de la CGT que, a pesar de los inmensos y reconocidos esfuerzos de otras centrales y movimientos sociales, debilitó la resistencia.

 A pesar de ello, la crítica no puede dejarse para después de la cuarentena. Es necesario exigir respuestas a los problemas que hay que resolver en lo inmediato  y prepararse para una lucha que incline la balanza hacia las demandas populares frente a las exigencias de los acreedores internacionales y las corporaciones hegemónicas. Una reconfiguración del Estado en sentido progresivo debería contar con una potente participación de los sectores subalternos de la sociedad civil, ampliando la participación en la toma de decisiones con un sentido democratizador del ejercicio de la soberanía popular. Un nuevo tipo de Estado deberá controlar los sectores estratégicos de la economía para ponerlos al servicio de la independencia económica y deberá consagrar un amplio catálogo de derechos civiles, políticos y económicos.

El Estado en tiempos de pandemia está en disputa. La lucha de clases, que es un factor principal de cualquier análisis político, definirá cristalizaciones estatales favorables a los poderosos o a los sectores populares. Todo ello dependerá de la capacidad de las clases subalternas de dar batalla por sus reivindicaciones inmediatas y por la resolución de sus necesidades históricas. La solidaridad y la imaginación que han demostrado los sectores populares deberá ascender al plano de la lucha política y de la organización. Los tiempos que se avecinan serán aún más difíciles, y en esta situación es conveniente pensar  un nuevo sujeto forjado en la lucha “desde abajo” que resista los intentos de ejercicio autoritario de una soberanía biopolítica “desde arriba”.

Como se ha dicho al principio, no hay conclusiones definitivas, pero se puede decir con el filósofo marxista Franco “Bifo” Berardi[6] que “el virus es la condición de un salto mental que ninguna prédica política habría podido producir. La igualdad ha vuelto al centro de la escena. Imaginémosla como el punto de partida para el tiempo que vendrá.”


[1] https://www.pagina12.com.ar/250990-la-invencion-de-una-epidemia

[2] https://elpais.com/ideas/2020-03-21/la-emergencia-viral-y-el-mundo-de-manana-byung-chul-han-el-filosofo-surcoreano-que-piensa-desde-berlin.html

[3] https://www.lavaca.org/notas/encerrar-y-vigilar-paul-preciado-y-la-gestion-de-las-epidemias-como-un-reflejo-de-la-soberania-politica/

[4] https://www.tiempoar.com.ar/nota/slavoj-zizekel-covid-19-es-un-golpe-de-kill-bill-al-capitalismo

[5] https://atilioboron.com.ar/la-pandemia-y-el-fin-de-la-era-neoliberal/

[6] https://cajanegraeditora.com.ar/blog/cronica-de-la-psicodeflacion/

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1 respuesta »

  1. …el neo liberalismo que conocemos…no morirá, solo cambiara….nos explotaran en nuestras casas,encerrados trataran todo el tiempo de dejarnos lejos de cualquier participación social posible…este tiempo de pandemia y cuarentena…no solo es para meditar…es para hacer…y mucho…te felicito por haber elegido el marxismo.

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