Por: Paloma De Vera Casco – Residente de la ciudad de La Plata. Estudiante de Planificación Comunicacional – palomaxxi.blogspot.com.ar – dvcpaloma@gmail.com Foto: Carla Sofía Gregotti
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Aloha amigxweb, acá van mis sensaciones del encuentro. Sugiero tipo ‘elige tu propia aventura’, que si no sabés de qué va un ENM, empieces por las dos carillas de la crónica de abajo. Sino, está el poema -o chorizo de enters-, a continuación. O en el orden que creas!
32
Llegué. Volví
A lo turbio
Me di cuenta cuando la calle oscura me cobró peaje de miedo
Atrás queda el oasis utópico del finde
Donde sentimos que entre hermanas ninguna está oprimida.
¿Atrás?
Atrás de qué? de dónde?
A ese oasis lo llevamos todas 32 veces encontradas. Son los dientes que completan la sonrisa feminista. Y vamos por más. A encontrar cada vacío que nos dejaron en la boca, bruja por bruja, estereotipadas para asustar, quemadas en la hoguera o en las palabras de la historia escrita por violentos.
Respiremos.
Sí, hola, acá. Acá corte nieta.
Vuelvo a la rutina. Ahí donde me bajé del cole y un chabón nos tiró su acoso tipo haz de tormenta. Ahí donde ser piba fue una barrera, antes que detenerme a sacar el paraguas para no mojarme, la prioridad era llegar. Llegar a casa como fuera.
Sí, volvemos:
A llegar a fin de mes
A limpiar la casita
Y todas esas cosillas.
pero sabés qué
Llamale jipeada
Llamale empatía,
como quieras, volvimos re violeta
Bien junadas desde el cora hasta las tetas
Volvimos altas empoderadas.
Al patriarcado le pusimos nombre y apellido
Nosotras lo señalamos con el dedo
Le cantamos
Y lo corremos
Patriarcado no te queremos nada
Porque empezás dividiéndonos en rosa y azul
Y terminás con las pibas con miedo,
las pibas planchando lavando pariendo lo ajeno,
las pibas aturdidas sin saber cuáles son deseos y cuáles son mandatos.
O sino ya te clavo spoiler de la puntita del iceberg: pibas muertas o controladas y los tipos acomodados decidiendo con el pito como norma general.
No quiero caer en la alta rosca de palabrerío
Pero la cosa patriarcado,
Es que ya no arrutinás más.
No fuimos a quemar.
No fuimos a odiar
No fuimos tortear para que la humanidad peligre
¿qué flashan?
Fuimos para agitar, charlar, movilizar hasta que algunas palabras y formas de las tantas que giran alrededor nuestra quepan justo en lo que sentimos. Nosotras. Desde nosotras. Para nosotras. No se entiende? Tal vez porque no sos nosotras. Y eso, amigo, ya es tarea para tu hogar.
Dejá pasar, escuchá
Que tenemos ganas y fuerza
Pero con tu pija como palanca de cambio ya entendimos que definís a cuánto y a dónde vamos.
Esto es juntxs
O es careta.
Y las pibas tenemos tanto tanto
para deconstruir caretas
Que por más que volvamos a lo turbio
32 -y contando-
no se quitan ni a palos.
…
Claves para entender un ENM
Si no te imaginás ni ahí un Encuentro Nacional de Mujeres, acá te tiro unas stories:
Escena uno: viajar
El viernes a la tarde, después de meses ahorrando y laburando, las pibas nos subimos a los colectivos y durante horas manijeamos, ansiosas de llegar, compartimos comidas, mates y primeras conversaciones. Repasamos las canciones y meamos los baños de las estaciones. Los tipos nos decían «coparon todo, el problema son ustedes, este baño es de varones». Los dejamos pasar porque había mingitorios. Y después de unas cuantas horas, retrasos y esperas llegamos a la escuela donde íbamos a dormir esa noche.
Acá la palabra clave, amigx, es manija, o ansiedad.
Escena dos: La primera noche
Tardecito el sábado llegamos y dejamos los bolsos y nos pintamos un poquito con gibré. Salimos al festival torta donde nos cantamos y nos bailamos con orgusho las pibas unas a otras. El pibe del bar de la esquina nos confió los envases de la birra y nos brindamos en la plaza entre nosotras, la de 17 años, las de veintipico, la de 60. Nos saludamos con las que venían de otras ciudades.
Volvimos a la escuela antes de que fuera muy tarde porque estamos organizadas y nos cuidamos en manada. Acomodamos las bolsas de dormir en los pasillos y aulas de la escuela y salimos al patio, a encontrar la noche. Mientras algunas se ocupaban de las tareas de vigilancia y demases, las ronditas de yo nunca, de canciones y de manija se fueron uniendo hasta formar una gran ronda compartida y se empaparon algunos besos preguntones de dejar de lado la heteronorma. Nos acordamos que quedaba un día por delante y nos fuimos a dormir.
A ver, palabra clave… definitivamente estuvimos re brujas.
Escena tres: talleres
Si bien son durante sábado y domingo, ponele que de 9 a 12 y de 15 a 17, las de mi grupo llegamos sólo a los talleres del día domingo, por esos retrasos que te dije. 7:30 arriba y cada grupa a un taller. Por gusto, por organizadas, por curiosas, por militantes se fueron eligiendo. Mapa en mano, batería escasa pero vamo arriba, lavarse los dientes, una fruta, alguna harina, mates, cambio de ropa y salimos a encontrarnos con las otras. 71 talleres en Resistencia. Talleres tamáticos sobre cuerpos, economía, cannabis, maternidad, ciencia. Por nombrar un par nomás (abajo te dejo el link de todos).
Los talleres son altas rondas de nosotras diciendo, en aulas de escuelas, facultades, y otros espacios, bocha de parla y meta anotarse en la planillita de la moderadora de turnos para hablar. A veces pasa que primero se hace un silencio onda… qué decir? hablamos? hablo yo? Claro, nadie tiene la palabra monopolizada y flashás sin saber qué pasa cuando no tenés que pedir permiso, porque podés hablar sólo por ser ‘vosz’. Pero después arrancamos con de todo. ¿Puedo responderle a la compañera ahora? No! saltan todas. Horizontales y respetuosas, cada una tuvo que esperar. Y si alguna agitaba de más, 2 minutos por piba, locas. Acá las voces de todas importan. Y si somos muchas para que circule la palabra, se ‘desdobla’ el taller: la mitad abre un nuevo aula y se ponen a debatir. Sólo nos para el almuerzo, algunas cambian de taller, otras no.
Clave: salís de ahí medio empoderada medio manijera medio embroncada altamente acompañada.
Escena cuatro: la marcha
A las apuradas de la salida del taller vas a mear rápido, te gibrás a pleno la cara, te escribís torta, libre, puta, o lo que se te canten las tetas, por qué no también gibradas, y entrás a acomodar todo bien en la mochila: el agua, las galletitas, ah! y el pañuelo del aborto que venía viajando al cuello o en la cintura o en la mochila va a parar de corpiño o de vincha o queda al cuello, pero de repente todas violetas y verdes y brillantes caminando hasta la concentración, donde estamos todas esperándonos para zarpar.
Chabona, entrás a la marcha y no te cabés dentro de vos misma. Así que te hacés una cuerpa gigante de 70 mil pibas brishantes y de bocas abiertas meta grito y agite, mucha percusión de esas que te vuelan los sesos, porque te recuerdan que sí, estás en la marcha, y sos parte del 32° pogo feminista más grande del mundo. No recuerdo haber sentido tanto espacio en mis pulmones ni en mi boca ni en mis brazos ni en mis compañeras para decir todo ese agite.
Ayudame a pensar los sinónimos de cantar, vociferar, gritar. Qué se yo pero ahí sí que nos dejamos todo el aire y todo lo que el cuerpo tenga para dar. Te juro que saqué todo, y entró mucho más. Recorrimos Resistencia creo que en 2 horas y media, es una marcha en la que te enorgullece ser quien sos y las personas salen a sus balcones a acompañar, no sé cómo explicarte, hermana. Imaginate una mujer de 80, que sale de su casa a formar parte de la revolución que tanto nos costó. Imaginate una niña de 5 saludándonos como spoileando un futuro feminista, unas mujeres cantando disfrazadas de brujas. Saludarnos todas agitando pañuelos y entendernos sólo así. Sin nada más que eso y el grito feminista que hacemos jugando con la mano en vaivén sobre nuestras bocas. Después de todo eso, llegamos a un parque. Afónicas, revueltas, pero seguimos agitando y ahí nomás conseguimos para el brindis y bailamos y nos sentamos y en el micro hacia la escuela nos abrazamos en las palabras, miradas y manos.
Más que clave, clavícula, hermana! todas infladas, conectando el pecho al agite de los brazos.
Escena 5: la vuelta la vuelta la vuelta la vuelta
La misma noche de la marcha los choferes nos dejaron en la escuela, agarramos todas las cosas, nos fuimos, y volvimos a subir a los colectivos. Comimos unas pizzas ahí nomás en el viaje. Las mochilas reemplazaron comida y papel higiénico por stickers y copitas menstruales, autodefensas, libros, fanzines, fotos, carteras, remeras. Las conseguimos al mismo tiempo que almorzábamos, que pateábamos Resistencia, que íbamos a los talleres, al paso, al momento de pintarnos.
La vuelta es así como ¿KHÉ? qué carajo acaba de pasar! Somos felices cuando nos reinventamos. Ah pero entonces es posible ser libres, ser auténticas, autodefinirnos y decir que no a lo que nos hace mal? Entonces no estoy loca? Pero cómo hago compañera? Pasame el mate, contame cómo hacés vos, cuáles son tus deseos, tomá mi caramelo, pasale las galletitas, tirale las runas, hagamos el juguo ese teatral en rondita de ‘pasar las intenciones’. Y más y más. La vuelta es enamorada de poder ser, ese existo porque resisto hecho un re viaje. Y llegás a tu ciudad después de horas y días de mear en donde encuentres, de comer lo que hay, de acompañarte y no se termina más.
KHÉ sería la palabra clave, no? Así como cuando lo decís onda bien atónita y efervescente.
Escena 6: las tkm x100pre
Nos desafiamos a que el encuentro de mujeres sea todo el tiempo, en todos lados, ahí donde el patriarcado domina, ubicuo, el feminismo resiste con sus propias claves:
La manija que es ansiedad hecha brujería, empoderadas, medio embroncadas, altamente acompañadas. Con las clavículas, todas infladas, conectando el pecho al agite de los brazos. Con el KHÉ como bandera, atónitas y efervescentes.
Porque resistimos en las palabras y cuerpas meta fiesta, meta ciencia, metas miles que empezamos a alcanzar
Dale, manijera, es obvio que ya sos parte del 33°
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