Así lo reveló el director del Barómetro de la deuda Social, Agustín Salvia. Dudas por el empleo.
Uno de cada diez hogares argentinos no tiene los recursos necesarios para alimentar a todos sus integrantes, que en conjunto son seis millones de personas. El dato surge de un informe elaborado por la Universidad Católica Argentina (UCA) titulado «Hacia una erradicación de la pobreza, dimensiones de la pobreza y la importancia de su medición multifactorial. Argentina urbana 2010-2016».
Ese trabajo fue realizado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de esa casa de estudios, para conocer cuál es la pobreza estructural profunda en la Argentina. El director del ODSA, Agustín Salvia, puntualizó que en 2010, un 15,8% de la población padeció hambre; en 2014, el porcentaje fue prácticamente igual, un 15,9%, y en 2016 bajó a 15,2%.
«Se trata de hogares donde al menos una persona pasó por esta situación, pero el hecho de que la gente sienta hambre no quiere decir que no cubra esa necesidad de alguna manera, a través de comedores, por ejemplo, o de la Iglesia», aclaró el directivo, en un reportaje publicado este martes por un matutino porteño.
El informe remarcó que 2015 «fue mejor en términos económicos, seguramente porque fue un año electoral. El Estado puso mucho dinero en circulación a través de programas sociales. Hubo una inyección de dinero, es cierto, pero la pregunta es si eso es sostenible. El 2015 fue mejor entonces, a mi juicio, de manera ficticia, vía emisión o gasto público insostenible. Todavía estamos viendo si este gobierno va a lograr una mejora de la pobreza de manera sostenible», resaltó Salvia.
Y añadió: «al estar afectados en tres o más dimensiones, es difícil que estos ocho millones de habitantes de la Argentina salgan de esta situación de pobreza. Por mucho que se les asignen programas sociales, no se resuelven sus problemas de calidad de vida».
«Sin embargo, el empleo siguió creciendo lentamente y en el segundo trimestre de este año seguramente va a volver a bajar la pobreza porque se recuperó un poco más el empleo por la construcción. Por otro lado, las actualizaciones de haberes hacen que no caiga más gente en la pobreza, porque lo que se pierde se recupera más adelante», enfatizó. A su criterio, «podemos suponer que una persona puede tener ingresos porque se los transferís a través de un programa social y por lo tanto deja de ser indigente, o porque consiguió una changa y deja de ser pobre. Pero mañana deviene la caída del programa porque hay un shock inflacionario, o pierde la changa porque hay mayor recesión, y pasa de nuevo a la indigencia o a la pobreza. En realidad, esa persona nunca dejó de ser pobre porque no tenía un trabajo digno».
En consecuencia, subrayó: «se necesita generar más trabajo de calidad, mejorar las condiciones de hábitat, de salud, de seguridad y demás dimensiones para que las personas vivan de acuerdo con los derechos que marca la Constitución».