La referente en la lucha contra la trata de personas para explotación sexual, brindó una charla donde puso el ojo en la complicidad del Estado para que los proxenetas hagan tranquilos el trabajo.
“Cuando llegue a Ushuaia era el día era la inauguración del prostíbulo y en la apertura estaba desde la policía hasta políticos. Me llevaron a la policía a registrarme, me hicieron la cartilla médica, todo muy normal. Esa noche empecé a trabajar desde las 19 horas hasta las 6 de la mañana”.
Así comenzaba el duro relato de su peor pesadilla, Alika como pasa con otras mujeres llegó a Tierra del Fuego en busca de bienestar, su vida había sido muy dura y tenía una hermana a cargo a quien mantenía.
Tras 20 años de haber sido explotada sexualmente, Alika Kinan se convirtió en la primera víctima de trata sexual que se animó a querellar contra sus proxenetas y contra el Estado por facilitar esa explotación. El 30 de noviembre de 2016, en un fallo histórico, el Tribunal Oral Federal de Tierra del Fuego le dio la razón condenando al imputado y a sus cómplices, incluida la Municipalidad de Ushuaia, ciudad en la que Alika ejerció la prostitución hasta 2012, cuando fue rescatada del prostíbulo conocido como El Sheik.
“Que se pide para las compañeras trabajadoras sexuales, hablamos de acceso a la vivienda para mujeres víctimas de trata, de trabajo genuino, de tratamiento psicológico”, afirmó.
Cuando se le preguntó por las mujeres de Ammar y su propuestas de regularizar la actividad Kenian contestó de forma efusiva que “Cuando voy al Chaco, cuando voy a Corrientes, a Misiones, cuando veo todas las desgracias, cuando me llama la compañera de San Luis y me dice: “Tenemos acá una chica que tiene cuatro pibes y vive en cuatro paredes de ladrillo y dos chapas agujereadas que en cualquier momento producen cortocircuito, ¿Dónde están las de Ammar ahí? ahí no están, ¿saben quiénes son las compañeras de Ammar?”
Recalcó el papel del Estado que nos sigue oprimiendo como mujeres y que nos tratan como mercancía, con la complicidad de la policía, las instituciones de salud pública, y por parte del poder político que son grandes consumidores de en el rubro. Además manifestó que en Usuahia el turismo sexual cada vez crece más y nadie se alarma.
“Somos explotadas constantemente, pero eso no significa que para sobrevivir tengamos que abrir las piernas”, sentenció Alika cuando se refería a que todavía para el Estado seguimos siendo un asunto pendiente en cuanto a derechos por conseguir.