El Senado de Brasil aprobó ayer el texto base de la resistida reforma del Gobierno de Michel Temer para flexibilizar las leyes laborales, en una accidentada sesión en la Cámara alta. La ley fue aprobada por 50 votos a favor, 26 en contra y 1 abstención. La Cámara baja ya había dado media sanción al proyecto en abril. Según una reciente encuesta de Datafolha, un 58 por ciento de los brasileños se opone a la reforma.
Un grupo de cinco senadoras intentó frenar la votación al ocupar las sillas de la mesa principal, encabezadas por Gleisi Hoffmann, la nueva líder del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) de los ex presidentes Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff. El presidente del Senado, Eunicio Oliveira, ordenó suspender entonces la sesión y mandó apagar las luces en la sala, para forzar a las senadoras a despejar la mesa. Éstas permanecieron a oscuras en el hemiciclo y finalmente, tras un largo cuarto intermedio, se continuó con la sesión y los partidos que por ahora apoyan al mandatario surgido del golpe institucional a Dilma aprobaron la ley.
La nueva normativa da valor legal a los acuerdos negociados por sector o empresas aunque no se ajusten a la normativa vigente. Según el Gobiermo, eso permitirá que las vacaciones anuales sean divididas hasta en tres veces y que se pueda negociar la jornada de trabajo y otros acuerdos. Además, introduce la posibilidad de una “jornada intermitente”, con el pago de salarios sobre una base horaria o por jornada, y no mensual, regula el trabajo desde el hogar y abre la posibilidad de negociar hasta el horario de almuerzo.
Temer y su ministro de Hacienda, Henrique Meirelles, sostienen que las medidas apuntan a “generar empleos”. La nueva Legislación del Trabajo forma parte de un arsenal de medidas de ajuste, junto a la congelación del gasto público durante veinte años (promulgada el año pasado) y a la reforma del régimen de jubilaciones, en tramitación en la Cámara de Diputados pero trabada por la crisis política.
El debilitado mandatario buscará un respiro con este respaldo, en medio de la discusión en Diputados de su posible suspensión para ser sometido a una investigación por corrupción pasiva. Temer fue denunciado por el procurador general Rodrigo Janot luego de la delación premiada del empresario Joesley Batista, quien grabó al Presidente avalando el pago de sobornos.
El lunes la Comisión de Constitución y Justicia de la Cámara baja comenzó a tratar la denuncia. El diputado instructor, Sergio Zveiter, miembro del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) que lidera el propio Temer, concluyó que la acusación debe ser aceptada. Hoy miércoles los 66 miembros de la comisión comenzarán a debatir la cuestión. Se calcula que unos 40 pertenecen a partidos de la coalición gobernante, aunque algunos de ellos aun no han manifestado en público su rechazo a la denuncia.
Luego se pasará al recinto, donde es necesaria una mayoría de dos tercios (342 diputados) para que el Tribunal Superior de Justicia pueda empezar a investigar al Presidente, que sería suspendido por 180 días. En su respaldo asumiría el conservador Rodrigo Maia, del partido Demócratas -ahora aliado de Temer- y presidente de la Cámara baja. Se trataría del hombre elegido por la elite política y empresarial brasileña para ocupar el lugar del ya insalvable Michel Temer y lograr aprobar la ley de ajuste que se encuentra trabajada en el Congreso: la reforma jubilatoria, que requiere del voto de las dos terceras partes de los legisladores de ambas cámaras por ser de tipo constitucional.
“La razón por la cual nosotros queremos la salida de Temer no es la misma razón por la cual Globo quiere la salida de Temer. Por eso les digo que tenemos que estar atentos ante lo que está pasando en estas horas”, advirtió en estos días Lula frente a la posibilidad de que Maia llegue al Palacio del Planalto.
Fuente: Nodal