Una Cuestión De Enfoque: sobre la muerte de vicuñas en la Reserva de Biosfera San Guillermo

Hace algunas semanas atrás algunos medios locales confirmaron que, por primera vez, funcionarios de Medioambiente de la Provincia de San Juan reconocían que se habían encontrado vicuñas muertas en la Reserva de Biósfera de San Guillermo ubicada en el Departamento de Iglesia. La noticia en realidad no es tan novedosa, especialmente para los vecinos del lugar que conocen y denuncian la situación desde hace varios años atrás. Hasta el momento, el hecho había sido negado sistemáticamente, al igual que la presencia de aves y peces muertes en las zonas externas a la reserva y dentro de la cuenca del Rio Blanco Jáchal. En esta nota proponemos revisar el enfoque en el tratamiento del tema sobre la muerte de camélidos en la reserva.

La visión preponderante en el discurso oficial parece ser aquella que concibe a la naturaleza y sus seres como hechos e individuos aislables, como un tema poco complejo y por ende con poca transcendencia e importancia, y pasible de ser segmentado a partir de tecnicismos conceptuales, para deslindar, en última instancia, las responsabilidades del impacto humano en su perseverancia por imponer lógicas económicas de explotación predadoras de los ecosistemas de vida.

Esto decían…

En una entrevista publicada por Diario Huarpe el 17 de mayo del corriente año, la subsecretaria de Conservación y Áreas Protegidas de la provincia de San Juan, la funcionaria Alejandra Cano, afirmaba que: “Hay un brote de un ectoparásito que generalmente tienen los camélidos, estamos hablando de sarna sarcóptica específicamente”. En la misma entrevista sostiene: “Hablar de contaminación es totalmente errado. Hay que descartar el tema contaminación. Esto es una cuestión que se da naturalmente en estas especies, donde se puede ver en todos los lugares geográficos que se presenten los cámelidos como vicuñas o guanacos“. Y aunque admitió que fue en San Guillermo el primer lugar donde se registró este brote de sarna sarcóptica en camélidos, generalizó la situación a otras provincias, y concluyó: “No creo que se trate de una epidemia. Creo que es algo natural de la especie y que hay algo que fue detonante”. Sostuvo que se está trabajando en conformar foros para analizar con todos los especialistas de cada zona las experiencias, opiniones y modos de abordar esto.

Pero cuando nos interiorizamos más acerca de qué es la sarna sarcóptica y sus formas de reproducción advertimos que lejos está de ser un problema menor que pueda ser minizado como un hecho recurrente en la geografía sudamericana, y repetido en tiempos pasados, como si su presencia no implicara el crecimiento “aparentemente inexplicable” de la tasa de mortandad en una población de seres vivos altamente frágiles por su estado salvaje.

¿Qué es la sarna sarcóptica?

En un estudio publicado en el año 2007 por el propio INTA, y realizado por Fermín Olaechea y Jorge Romero, se afirma que la sarna es una “afección cutánea contagiosa provocada por un ácaro o arador, que excava túneles bajo la piel, produciendo enrojecimiento, tumefacción y un intenso prurito”. La enfermedad provoca costras en la piel, caída del pelo (alopecia), picazón, y es mortal en camélidos. El agente causal es un ácaro que se hospeda en animales y también en humanos, produciendo distintos tipos de evolución de infecciones por agentes virales, bacterianos, micóticos, o parasitarios (sean estos protozoos, helmintos, o artrópodos). Otros estudios señalan que el acaro conocido como aucheniae de S. scabieri es la variedad que afecta a los camélidos, y usualmente los aqueja en las partes con menos pelo como son estómago, patas y en la región de las ingles. Los ácaros  ectoparásitos (parásitos externos) tienen un ciclo de vida corto y la fase adulta, en la cual se convierten en un agente corrosivo en el cuerpo huésped, puede prolongarse entre 18 a 26 días, y su contagio es por contacto directo entre animales.

Marcela Marcoppido, Yanina Arzamendia y la reconocida experta en vicuñas, Bibiana Vilá, en un trabajo de investigación acerca de la sarna sarcóptica publicado por el equipo multidisciplinario de investigación denominado VICAM (Vicuñas, Camélidos y Ambiente) que, entre otras iniciativas, promovió junto pueblos y comunidades originarias la recuperación del chaku, ritual prehispánico que impulsa una esquila controlada de la especie, sostienen que son pocas las investigaciones conocidas acerca de la afectación de camélidos salvajes por sarna sarcóptica, mientras que los estudios existentes se remiten a casos de tratamientos en alpacas y llamas, es decir en camélidos domesticados de la región andina.

En aquel mismo trabajo las autoras mencionan un estudio sobre vicuñas afectadas por sarna sarcóptica en la Puna de Jujuy, en la cual, sobre una población de 450 vicuñas solo un 0,08% se encontró afectada, señalando que esta baja prevalencia de la enfermedad en vicuñas también se ha observado en Bolivia, lo cual implicaría un bajo riesgo epidemiológico para el ganado doméstico en estos casos. ¿Pero que sucede cuando este riesgo de contagio es notoriamente superior? Los estudios indican que se trata de una enfermedad prevalente en vicuñas pero en menor medida y afectando a individuos débiles, especialmente a los más pequeños y aquellos con problemas de alimentación deficiente. Por lo cual, la pregunta central apunta a interrogarse por los efectos y las causas de este crecimiento en la reproducción de esta enfermedad en vicuñas. Estos estudios indican que las enfermedades y parásitos son parte del ambiente en el que viven los animales silvestres, con lo cual su tratamiento apunta a prevenir las condiciones propicias para su propagación, puesto que las vicuñas, son animales salvajes altamente sensibles a los cambios bruscos determinados por el stress ambiental.

Todo esto nos indica que, si bien la sarna es una enfermedad común aún en animales domésticos, en el caso de los animales en estado salvaje como las vicuñas y en las condiciones de un hábitat frágil como el de una reserva de biosfera, el problema se agudiza exponencialmente, y requiere soluciones complejas que no terminan en el análisis de confirmación de la presencia, o no, de sarna sarcóptica. A partir de lo dicho vale preguntarse ¿No será una apresurada conclusión afirmar que la multiplicación de la sarna en vicuñas en San Guillermo no tiene ninguna relación con una posible contaminación medioambiental en el contexto de una Reserva de Biosfera afectada, al menos, por tres derrames tóxicos procedentes de Mina Veladero y ciertamente certificados a través de denuncias penales y civiles radicadas en la justicia argentina? No hay estudios confiables al respecto y la ausencia de ello es una de las razones a partir de las cuales es lítico desconfiar de un discurso mediático oficialmente favorable a la hegemonía megaminera. ¿Cuál es la posición bioética de los agentes administradores de la Reserva de Biosfera declarada Patrimonio de la Humanidad por UNESCO, y del Parque Nacional San Guillermo, frente a esto?

Cualquier médico veterinario o biólogo capacitado sabe que una enfermedad no puede ser solamente interpretada por los efectos y sus síntomas, sino que debe ser evaluada en relación a una complejidad de situaciones en las cuales esta ha sido gestada. La multiplicación de las tasas de mortandad de vicuñas en la Reserva de San Guillermo es un tema atado necesariamente a un análisis mayor que debe tener en cuenta las consecuencias y efectos de la contaminación medioambiental a la cual está sujeta la reserva, pero sin embargo el camino parece ser el inverso. Se parte de una negación de la contaminación, aun cuando los estudios no han abordado el tema. De esta forma cualquier resultado obtenido puede ser interpretado de manera aislada para demostrar la inexistencia de la contaminación. Mientras tanto, las vicuñas, seres de la Pacha, mueren día a día, sus cuerpos inmóviles como piedras dolientes petrificadas expresan el sufrimiento de una tierra que llora y se lamenta.

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