En Argentina el 28% de la población con discapacidad vive en condiciones de hacinamiento. Expertos explican cómo la pobreza y la incorrecta nutrición en edad temprana tiene grandes incidencias en el desarrollo de patologías discapacitantes.
Según estiman estudios realizados a nivel mundial, se calcula que existen más de mil millones de personas con discapacidad, de entre las cuales un 20% experimentan grandes dificultades relacionadas con el desenvolvimiento motor y/o neurológico. En Argentina son 5,1 millones lo que daría la cifra del 12,9% de la población mundial según el estudio publicado en la red de revistas científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal.
Pero dentro de este escenario la pobreza juega un papel fundamental que se relaciona estrechamente con el concepto de discapacidad. La falta de recursos económicos no hace más que profundizar las dificultades para el desarrollo, miles de familias diariamente se encuentran en la grave situación de tener un familiar con discapacidad cuyo ingreso, necesariamente, tiene que ser superior para poder brindar la calidad de vida necesaria al núcleo familiar en su totalidad.
«El ser humano nace con el cerebro en desarrollo y, como cualquier otra parte del cuerpo, este necesita una buena alimentación para su correcta evolución. Cuando esto no ocurre, puede interferir en las habilidades neurocognitivas. Por tal motivo, se recomienda una ingesta variada en frutas, verduras y no sobredimensionar el consumo calórico, por ejemplo con hidratos de carbono. Tanto la mala alimentación como la falta de actividad física o un ambiente no propicio para el desarrollo cognitivo, aumentan notoriamente las posibilidades de que se desarrollen diversos factores de riesgo», aseguró el doctor Gabriel Persi (M.N. 113417), neurólogo de Ineba.
Martín y Gabriel son dos pequeños que se gestaron en la panza de Valeria, quien tenía solo 27 años de edad. Durante su embarazo, empezó a perder líquido y a las 26 semanas tuvo que ser internada de urgencia. Los bebés nacieron con sólo tres centímetros cada uno y pese a que el pronóstico medico no era para nada alentador, pudieron salvar su vida gracias a la intervención de instituciones y la detección médica temprana. Pero actualmente, sufren varias patologías como retraso madurativo, asma, displasia broncopulmonar y epilepsia, según detallaron miembros de la fundación.
«En nuestro país, por ejemplo, el 28% de la población con discapacidad vive en situación de hacinamiento y el 45% no tiene vivienda adaptada a sus necesidades especiales», aseguraron voceros de Fundamind.
La falta de una correcta alimentación durante la primera infancia puede desencadenar un mal desarrollo evolutivo. Pese a que niños con discapacidad existen en diversos sectores sociales, está comprobado que las familias en situación de pobreza tienen más riesgo de sufrir diversas enfermedades, entre ellas muchas vinculadas al desarrollo neurológico de los más pequeños de la familia.
«Muchas veces hemos visto cómo la pobreza imposibilita alcanzar los recursos existentes. La pérdida de un turno por no poder llegar a horario a una cita con el especialista –a veces, porque sencillamente falta para el pasaje o el tiempo es excesivamente hostil para sacar al niño a la calle- se transforma en uno o dos meses de espera para llegar a concretar la nueva visita», aseguró Marisa Mujica, coordinadora del área socio-comunitaria de Fundamind.
Las mujeres embarazadas suelen ser un gran factor de riesgo cuando se habla de situación de pobreza en el núcleo familiar debido a que se encuentran expuestas a un dieta restringida en nutrientes como también a toxinas y contaminantes ambientales que afectan al desarrollo fetal. Los chicos en la misma situación también se encuentran vinculados a una amplia cantidad de riesgos.
«La exposición de los chicos en situación de pobreza son: nutrición inadecuada, falta de saneamiento e higiene, exposición a infecciones y enfermedades, falta de acceso a la atención de la salud, vivienda inapropiada o falta de vivienda, atención inadecuada de los niños, exposición a la violencia, el abuso y el abandono, mayor tensión y depresión maternas, institucionalización y falta de estímulo, lo que los lleva a tener más probabilidades de padecer retraso del desarrollo que los niños de niveles socioeconómicos más altos», aseguró Unicef en su estudio.
La inclusión social, la asistencia por parte del Estado, la igualdad de posibilidad laboral, el acceso a la salud pública y a una escolaridad adaptada para niños con discapacidad son ejes fundamentales para el desarrollo emocional de los más chicos. Por otro lado, también la detección temprana y la posibilidad de un diagnóstico acertado puede hacer una rotunda diferencia a futuro. Fundamentalmente el apoyo emocional y personal es el motor para que las aspiraciones y sueños no tengan límites.
«Cuando hablamos de discapacidad es clave el refuerzo de la autoestima. Es muy importante no sentir a una persona con discapacidad como discapacitante; todo lo contrario: hay que estimular los aspectos positivos ya que resulta fundamental para el desarrollo del individuo. Toda forma de discriminación incide en la formación de la autoestima», aseguró la psicóloga y escritora Beatriz Goldberg.