En 2015, la Argentina invertía casi $21 mil millones en el sector y este año fijó poco más de $13 mil millones. Al vaciamiento a la Ciencia se le suma un problema histórico: la falta de programas de integración de los investigadores en la industria.
Los científicos y becarios del Conicet llevan una lucha incansable desde hace al menos dos años y medio con cientos de protestas y marchas en reclamo de mayores fondos e inversión. Sin embargo, es sistemático el deterioro en la capacidad institucional de promover la producción, transmisión y transferencia del conocimiento.
Haciendo oídos sordos, la gestión de Cambiemos fue recortando el presupuesto al sector y el año pasado hasta suprimió el ministerio de Ciencia y Tecnología y lo redujo a secretaría. Pero esta semana, el apellido Simian se metió en la historia de la lucha de los científicos y volvió a poner en el centro de discusión la grave situación de los investigadores argentinos.
Salarios por debajo del nivel de pobreza, imposibilidad de renovar cargos, cesación de pagos de compromisos ya asumidos e imposibilidad de uso de herramientas de promoción del conocimiento son algunas de las dificultades que «con mucha tristeza e impotencia» vivencian mes a mes los científicos, tal como expresaron en diciembre último a través de una carta pública cinco de los ocho directores del Conicet. Una de las firmantes es Dora Barrancos, quien esta semana decidió renunciar al directorio.
Pero, por primera vez, el pedido de un científico obligó al Gobierno a salir a hablar del brutal ajuste que lleva adelante con la Ciencia desde 2016 y de forma ininterrumpida. No tuvo más remedio que admitirlo porque los números hablan por sí solos y desnudan el drama por el que atraviesan los científicos. Y este viernes el presidente Mauricio Macri recibió en su despacho a la bióloga Marina Simian, quien tuvo que recurrir a un programa de televisión para conseguir fondos que le permitan continuar con sus estudios de cáncer de mama que lleva adelante en la Universidad de San Martín.
En 2015, el entonces gobierno de Cristina Kirchner llegó a destinar casi $21 mil millones para ciencia e investigación. En 2016, ese monto se redujo a $17 mil millones; en 2018 cayó a $13 mil millones y este año, teniendo en cuenta una inflación anual de 23%, la cifra calculada para Ciencia es de $13.100 millones, según un informe de la Universidad de Avellaneda. Así, se espera que la caída final de 2019 sea más abrupta puesto que ya se habla de una suba de precios de al menos el 40% para diciembre.
En el caso de los recursos destinados específicamente al Conicet, el panorama es igual de preocupante. Se pasó de invertir casi $6.400 millones en 2015 a casi $5 mil millones o muchos menos a fin de este año.
En términos de Presupuesto, el último año de Cristina Kirchner, la inversión en Ciencia representaba el 1,5% mientras que a la fecha será poco más del 1%.
Visto desde el PBI, la situación es igual de grave. «Se retrocedió significativamente. Durante el gobierno anterior se había incrementado de un 0,4% a un 0,6% del PBI argentino en Ciencia. No íbamos a un ritmo competitivo pero se había aumentao la inversión. Ahora, directamente vamos a contramano, vamos en la dirección opuesta en todo el mundo», alertó a minutouno.com Fernando Stefani, profesor de física experimental de la UBA e investigador principal del Conicet.
En la era Macri se bajó al 0,5% del PBI y comparado con los países de la región, Brasil invierte más del 1,15% y los países desarrollados, entre el 1,5% y el 4%, dependiendo de su capacidad natural per cápita con la que cuentan.
Pero al vaciamiento del sector se le suma un problema histórico: la falta de programas de integración de los investigadores en la industria. El científico e investigador principal del Conicet Galo Soler Illia describe el panorama bien claro: «El aporte de los privados en la Argentina es entorno al 20%. En cambio, en los países industrializados, el 75% de la ciencia es financiado por los privados».
Y añade que «el problema central es si la Argentina se va a servir de la Ciencia y Tecnología, o si va a seguir desestimando de ella. Pero la clase política no tiene idea. Tenemos los recursos humanos y formados, pero no hay mecanismos para transferirlos a otros sectores que no sean en el Conicet, al ámbito privado para lograr el crecimiento del país».
Los científicos coinciden en subrayar que los recursos humanos de alta calidad generan conocimiento que impactan en la industria, pero en nuestro país «está divorciado el sector científico del productivo. Generamos un adorno del científico».
«La ciencia no es cara, cara es la ignorancia», decía Houssay
Stefani, en tanto, lo resumió de forma igual de contundente: «Es todo tan absurdo que nosotros formamos profesionales, invertimos en su desarrollo y luego promocionamos búsquedas en otras naciones, que trabajen en el exterior para que hagan crecer a otros países».
Fuente: www.minutouno.com